Rogelio Herques Ibarreta
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Quién murió el último? Cuestiones acerca del proceso de un testamento. La historia de la supuesta maldad de un hermano y su terrible castigo en Montecarlo. Los testamentos de Robustiano Herques y su esposa Ana de Rivas Herques, que fueron presentados ayer por los albaceas testamentarios, Hermanos Coudert, ante el Tribunal de Sucesiones, constituyen el acto de clausura de una tragedia representada en marzo en Montecarlo. Ambos testadores, que residieron durante mucho tiempo en esta ciudad, encontraron la muerte a manos del hermano del marido quien posteriormente se suicidó. Hace aproximadamente 12 años, Robustiano de Herques y su hermano más pequeño eran socios en un negocio de comisiones en la calle Pearl en esta ciudad, herencia de su padre. Rogelio tenía 19 años y no tenía experiencia en los negocios, se dice que cedió a Robustiano el control total de los asuntos de la empresa. La suerte cambió y llegó la ruina y, como resultado, Rogelio, cuya fortuna íntegra se basaba en los beneficios del negocio, quedó en la ruina. El golpe, que tan fuertemente sacudió al hermano más joven, no afectó seriamente a Robustiano quien, a través de otras inversiones, logró acumular una fortuna. Debido a esto, Rogelio consideró una desalmada crueldad el que su rico hermano asumiera solo la mitad de las pérdidas y cargos, aprovechándose de la juventud e inexperiencia para defender sus propios intereses. En varias ocasiones le recordó a Robustiano que tenía la obligación moral de ayudarle, pero Robustiano hizo oídos sordos a sus ruegos. La idea de que su hermano le había tratado injustamente fue creciendo en Rogelio hasta que, según dicen los abogados del caso, le obsesionó y siguió a Robustiano de un lugar a otro, amenazando con matarlo a menos que le restituyera lo que él consideraba que era suyo. No hay distancia demasiado grande que no pueda acortar el joven en su persecución. Una vez persiguió a Robustiano y a su esposa a bordo de un vapor francés y
Mausoleo Herques en Sahagún |
el primer día les sorprendió al aparecer repentinamente delante de ellos en el salón. Durante el viaje a Le Havre continuó con sus amenazas de venganza, tanto que Robustiano temía permanecer en cubierta después de atardecer. Hace cinco años intentó disparar a su hermano sin consecuencias y fue detenido por la policía. Tras prometer que desistiría de sus proyectos asesinos se aseguró su liberación, pero volvió a molestar a su hermano de la forma habitual. Como había hecho en otras ocasiones anteriormente, Robustiano y su esposa dejaron secretamente Europa hace tres años esperando deshacerse de su molesto hermano. Fueron a Montecarlo y se instalaron en una magnífica villa que, en honor a su esposa, llamaron Villa Anita. Durante más de dos años vivieron allí felizmente, sin las apariciones de su malvado hermano. Ellos ya le habían olvidado cuando un día un caballero llamó y presentó al mayordomo una tarjeta con el nombre de Rogelio Herques. Fue recibido pero no se le permitió alojarse en la villa. Aunque residía en un hotel cercano, visitaba con frecuencia la casa de su hermano y a menudo cenaba allí. No hizo en principio referencia a los viejos problemas, pero pocos días antes de la terrible tragedia él volvió al viejo tema y, se cuenta, que eran frecuentes fuertes discusiones entre los hermanos. Fue durante una de esas riñas en la mesa cuando ocurrió la tragedia. Los hermanos Coudert obtuvieron una descripción de ella a través de sus agentes en París. Una criada de la familia Herques dice que, mientras esperaba en la mesa, vio cómo Rogelio sacaba dos revólveres de sus bolsillos y los deslizaba debajo del mantel. Eso la asustó tanto que se le cayó el plato de comida y corrió aterrorizada a la cocina. El dueño, desconociendo la causa de su actitud, la siguió y ella le contó todo lo que había visto.
Con la intención de tranquilizarla, le dijo que no se preocupara por lo de los revólveres ya que su hermano para volver a su hotel tenía que atravesar calles solitarias y necesitaría un arma para su protección. Entonces Robustiano volvió a la mesa y cuando estaba a punto de sentarse, la chica dijo que vio cómo Rogelio apuntaba a su hermano y oyó el disparo seguido de los lamentos de la Sra. Herques. La criada salió corriendo de la casa para avisar a los vecinos y mientras pasaba por una ventana oyó otros disparos. Cuando ella volvió con algunos vecinos, la Sra. Herques y su esposo yacían muertos en el suelo. Los Srs. Herques tenían disparos en la frente y Rogelio un orificio de bala en cada sien. El respiraba todavía cuando los vecinos llegaron y tenía un revólver en cada mano. Se deduce de esto que él colocó un revólver en cada sien y apretó los gatillos simultáneamente. Respecto a lo considerado por los agentes de los albaceas que visitaron Monte Carlo la fatal disputa surgió por el hecho de que Robustiano había hecho testamento a favor de su esposa, acabando así con todas las posibilidades de su hermano de recuperar sus supuestos derechos. Por el testamento de la Sra, Herques su marido es nombrado heredero universal de sus 200.00$ de los cuales ella tenía el usufructo mientras viviera. Como ambos testadores habían muerto, y en extraordinarias circunstancias, surge una cuestión de gran importancia para los herederos naturales de ambos ¿quién murió el último? El Sr. Herques estaba fuertemente endeudado y se cree que ni siquiera con las propiedades de su esposa sería suficiente para satisfacer a los acreedores, así que los herederos de su parte no conseguirían nada ni siquiera si pudiera demostrarse que él fue el último en expirar. Los hermanos Coudert dicen que se puede demostrar positivamente que el Sr. Herques murió primero, y que la cuestión de la supervivencia puede ser fácilmente establecida. Sus herederos son su madre, Inocencia Navas de Herques y su hermana Luisa de Herques y Navas que viven en Madrid, España. Los Srs. Olcoz, Mestre y González se encargan de los intereses de los herederos de la Sra. Herques. Estos últimos son seis sobrinos y sobrinas, hijos de Ramón y Manuel de Rivas que viven en esta ciudad”.18.10.1888 – The New York Times - (Traducido del inglés por Piedad Luna Tovar)
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