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CASTELLANOS
 
En el entorno de Sahagún desde muy pronto en el siglo X se fueron asentando pobladores que procedían de otras regiones norteñas como: Galicia, el Bierzo, la Liébana, tierras del mismo León, y también de Castilla y de otras partes.

    
Tal es el caso de los primeros habitantes de dos poblados que llevan, o llevaron, el nombre de «Castellanos»: uno es el que ahora nos
ocupa, y el otro, ya despoblado, que estuvo en las cercanías de Melgar de Abajo.
               
Es claro que el topónimo «Castellanos» se refiere a la región de origen de donde procedían los primeros habitantes de este poblado, que no era otra que la vieja Castilla.
 
Los diplomas que nos hablan de él se remontan al siglo X, año 960, cuando Gualfara con sus hijos venden al abad de Sahagún las tierras quetienen in Valle de Laurenzo, las cuales por uno de sus lados lindan con un camino que «discurrit a Castellanos»; veinte años más tarde, en el 980, se menciona la propia villa («Villa nostra propia, quam dicunt Castellanos»), que el noble Nuño Mirélliz entrega al Monasterio de San Facundo.
                  
En el siglo XI, entre los años 1069 y 1075, vivía Enderquina Ordóñez, cuya historia nos dice que esta señora recibió de su madre Adosinda «la tercera parte de la Villa de Castellanos con los palacios que allí tenía la madre», y que se los deja a Enderquina por la buena atención que le prestó en su enfermedad, «porque –dice– no conocí otros hijos que me prestaran esa atención, sino tú sola».            
Enderquina no tuvo descendientes y en el año 1075, donó a los monjes de Sahagún todas las heredades que tenía de sus padres en Castellanos y en otros doce lugares, algunos de ellos distantes, que radicaban en el río Cea y en el Carrión.
 
Para no extender más la serie documental, recogemos una carta del año 1093 en la que el rey Alfonso VI entrega a Sahagún el Monasterio de Nogal, en el río Pisuerga, y le da otras pertenencias, entre ellas –dice–: «Inrivo de Ceia, in Castellanos, meam divisam».                      
Y un siglo más tarde, en 1193, el rey Alfonso VIII hace un cambio de algunos poblados del Coto por la iglesia de Banecidas y otra finca que se deslinda diciendo que «va desde la piedra hita del Coto de Sahagún, por el camino recto que va a la laguna, y tuerce por el camino que va de Villamofol ad Castellanos».
            
Ya hemos mencionado la existencia de una casa principal (palacio) en el siglo XI, y aparece de nuevo en el siglo XIII, año 1253; era propiedad de D. Juan García y de su mujer D.ª María Rodríguez, los cuales dan al abad de Sahagún «el nuestro palacio de Castellanos, con vasallos, con suelos poblados e por poblar ...., con quanta heredad avemos en término de Castellanos, e con quanta parte avemos en la ecclesia de Castellanos»; lo firman, entre otros: Pedro Regrueyo, de Castellanos, D. Estevan Baladrón de Castellanos y Dominigo Esídrez, clérigo de Castellano.

 
La iglesia, dedicada a Santa María, estuvo hasta el siglo XIII bajo la tutela de Sahagún, pero a partir de entonces fue de los hidalgos del pueblo, y pagaba a San Miguel de Escalada cuatro cargas de trigo, y el resto de los diezmos correspondía a los caballeros del poblado.
           
En el orden civil,en el siglo XIV, cuando se hizo el Becerro de Behetrías pertenecía como solariego al señorío de D. Diego Fernández de Castellanos. De entonces data la ermita, dedicada a San Roque, al que los pueblos tomaron como protector contra la peste.
 
Desde esos siglos encontramos a Castellanos convertido en territorio de señorío secular, dependiendo menos del Monasterio de Sahagún. En este sentido son interesantes los Apeos de heredades y préstamos de Castellanos del año 1596 mandados realizar por D. Manuel de Quiñones Pedrosa y Pimentel, como señor del pueblo.
 
Este apeo del siglo XVI sirve de base a otro posterior, fechado en 1769, mandado realizar por la señora Marquesa de San Vicente. Los marqueses de San Vicente fueron durante siglos los señores de Castellanos y habitaron temporalmente el edificio que hoy conocemos como «el palacio».
 
En el siglo XIX el palacio era propiedad del marqués de Salvatierra, mientras que el marqués de San Vicente mantenía el derecho de presentación del cura para la parroquia.
 
Fuente: Asociación Cultural Balle de Scapa
 
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