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Conquistadores y trotamundos IV

Conquistadores y trotamundos IV. Nos devuelven la visita: Americanos trotamundos (incluidos presidentes)

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En enero de 1780, un largo y accidentado viaje en diligencia desde El Ferrol a Francia hace escala breve en Sahagún. En éste, viaja un diplomático norteamericano, John Adams,  y su hijo adolescente, John Quincy Adams. Años después estos dos viajeros serían segundo y sexto presidentes federales. En ese viaje ‘presidencial’ no tuvimos la suerte de Astorga, donde los ilustres americanos descansaron tres días.

No era de extrañar que, por aquellas fechas, un diplomático norteamericano visitase España, que en aquella Guerra de la Independencia de los Estados Unidos les prestaba un modesto apoyo militar para hacer frente al imperio británico. Entonces España sólo mantenía alguna influencia en Nueva Orleans.
John Adams era diplomático y estuvo acreditado en Francia, Países Bajos e Inglaterra. En sus viajes iba acompañado de su hijo mayor, por entonces adolescente. Habían salido de su país el 15 de noviembre de 1779 a bordo de la fragata francesa ‘Sensible’, y desembarcaron El Ferrol. Desde allí iniciaron un viaje en diligencia, atravesando durante siete días la provincia de León, parando a comer o pernoctar en Astorga, León y Sahagún.
Muy probablemente, los ilustres viajeros se detuvieron a visitar el monasterio de Sahagún, que por entonces vivía los últimos rescoldos de su antiguo esplendor y todavía conservaba la mayor cuba del mundo, muy necesaria para los monjes de la época, que consumieron en 1782 tres mil cien cántaras de vino. Por mucho que celebrasen, y aunque fueran muchos monjes, ciento treinta y seis litros diarios era mucho vino para un monasterio. 
Unos años más tarde, la literatura norteamericana puso de moda España como lugar exótico, especialmente Washington Irving con su obra ‘Cuentos de la Alhambra’, escrita en 1829 y editada en 1832, que dejó marcada huella en la juventud estadounidense. Una de esas jóvenes era Georgiana Goddard King (1871-1939), hispanista y medievalista norteamericana, que realizó dos viajes a España en 1915 y 1916 patrocinados por la Hispanic Society of America y acompañada de su pareja sentimental, la intelectual y fotógrafa Edith Lowber (1879-1934). La labor conjunta realizada por las nortamericanas se plasmó en la obra ‘The way of Saint James’  (El Camino de Santiago), escrito en 1917 y publicada en tres tomos en 1920. 
 
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En la obra se resalta la arquitectura de iglesias y monasterios, así como el contexto histórico en que se edifican. Resultan curiosos los comentarios respecto a las costumbres de nuestros paisanos y las vivencias de las viajeras. Escrita desde una perspectiva de género, se detiene especialmente en las figuras históricas femeninas. La crítica del momento, reacia al reconocimiento del trabajo intelectual de las mujeres, y en concreto de Georgiana y Edith (aunque sólo figuraba la primera), condenó la obra al olvido por tratarse de una obra ‘demasiado personal’. 
En su paso por Sahagún describen situaciones que reflejan un mundo hostil, atrasado, cerrado y decadente, un pueblo donde los niños escupen y apedrean a los forasteros como si fueran perros, donde también las mujeres rechazan lo diferente, hasta el punto de negarse a compartir el banco de la iglesia. Las viajeras estadounidenses se llevan de Sahagún una imagen de miseria, atraso y degradación.

(Fuente: Juan Giraldo González. 10.2015)

 
 
 

 

Conquistadores y Trotamundos

                

 

La conquista y posterior colonización de América no fue cosa sólo de extremeños y andaluces, como a veces se cree. Resulta sorprendente comprobar la gran cantidad de vecinos de la comarca que con escasa o nula experiencia marinera se embarcaron entre dos y cuatro meses, rumbo a lo desconocido con la ilusión de encontrar el país de Jauja. Esta quimera parece que prendió con fuerza en la comarca de Tierra de Campos en el siglo XVI, mientras que los montañeses, más cautelosos, apenas viajaban.

Podríamos pensar que sólo se arriesgaron aquellos que no tenían nada que perder, pero también encontramos expedicionarios pertenecientes a la nobleza, como el vecino de Sahagún Juan de Cuevas Bustillos y Terán, nacido en 1515. Su abuelo fue Alcalde de Sahagún representando a la nobleza, ya que era hidalgo de abolengo. Se embarcó con dieciséis años a Nueva España (actual Méjico) y posteriormente pasó a Perú y Chile. Fundador de Santiago, donde se estableció y casó con Catalina de Mendoza en 1550, con la que tuvo cinco hijos, una de ellas, Inés Mendoza Cuevas, se casó con Pedro de Escobar, hijo del primer hereje de Chile, también originario de Sahagún. Murió en Santiago de Chile en 1591.

Algunos historiadores afirman que Pedro Anzúrez de Camporredondo, el capitán Peranzules, era natural de Sahagún, para otros era de Cisneros. Llegó a Perú en 1834 y colaboró estrechamente con Francisco Pizarro. Realizó una expedición en 1538 y 1539 por valles andinos de la actual Bolivia que, buscando la riqueza de la región, ocasionó la muerte de miles de indios. Fundó, por orden de Pizarro, la ciudad de La Plata, actual Sucre, en Bolivia. Precisamente allí, recibió refuerzos y alimentos de su hermano, el sahagunés Gaspar Rodríguez de Camporredondo.

En el año 1528 la villa de Cubagua (junto a Isla Margarita, en Venezuela) se transformó en ciudad, adoptando el nombre de Nueva Cádiz, desde entonces contó con autoridades coloniales entre los que estaba Francisco Castellanos, natural de Sahagún, que fue nombrado tesorero. El interés fundamental de esta pequeña isla era la producción de ostras de las que se obtenían valiosas perlas. Con el mismo apellido Castellanos encontramos a otros dos paisanos Alonso y Pedro, ambos de Sahagún, que llegan a Chile en 1555.

Juan Ponce de León y Figueroa, nació en Santervás de Campos en 1460, fue el descubridor y conquistador de la Florida, donde desembarcó en 1513. En la adolescencia había prestado sus servicios como paje de Juan II, en la corte de Aragón, también combatió en la conquista de Granada, donde adquirió una experiencia militar que sería clave en la posterior conquista de las nuevas tierras.

Se embarcó en la segunda expedición de Colón en 1493 y participó activamente en la conquista de La Española en 1502, Puerto Rico en 1508 y Florida en 1513. Para esta última aventura contaba con el mejor piloto de aquella época, Antón de Alaminos, quien en 1519 descubrió la corriente del Golfo. Cuentan las crónicas que un soldado de Juan Ponce tenía un perro llamado "Becerrico", que distinguía a los nativos guerreros y a los pacíficos. En 1522 fue herido por los indios en la Florida, por lo que fue trasladado a La Habana donde murió.

Perú y Chile fueron destino de muchos sahaguneses como Mauricio Salas y Diego García de Villalón en 1535, Bernardino de Vega en 1536 o Pedro Torres y Juan Suarez en 1537. Nuestro paisano Antonio de Vega se encontraba en 1546 a las órdenes de Pizarro, mientras que otros vecinos de Sahagún se establecieron en ciudades como Cartagena de Indias, es el caso de Hernán López de Mendoza en 1534, Cristóbal Peñalosa, que se establece en Veragua (Panamá) en 1535 o Alonso Trianos que llega al Rio de la Plata en 1555.

Gracias al Santo Oficio de la Inquisición se conservan datos de algunos personajes de la conquista y colonización española en América. Además de nuestro Fray Bernardino, algún otro comarcano instalado en el Nuevo Mundo comprobó los rigores de los guardianes de la fe cristiana. En Chile encontramos que en 1565 el Tribunal del Santo Oficio abre expediente a Alonso de Escobar por haber pronunciado unas palabras consideradas ofensivas para la fe cristiana. Alonso, vecino de la ciudad de Santiago, manifiesta durante el proceso que se le siguió, que sus abuelos eran "cristianos viejos, hijosdalgo e caballeros", ambos naturales de Sahagún. Su "delito" consistió en hacer un comentario que ofendió a los religiosos que le acompañaban. Alonso dijo que prestaba mucha atención a los sermones que hacían referencia a la fe, pero cuando hablaban de moral, se tapaba los oídos. Por esta afirmación fue denunciado ante el Santo Oficio y fue juzgado, aunque el proceso se saldó con el pago de 200 pesos de buen oro. 

 

 

Se le considera el primer hereje de Chile.

Alonso de Escobar era hijo de Cristóbal de Escobar, destacado militar establecido en Cuzco, que prestó apoyo a los hombres de Valdivia en la conquista de Chile. Allí se trasladó Cristóbal con su hijo Alonso como ayudante de campo, y éste finalmente se estableció en Santiago. Otros vecinos de Sahagún del mismo apellido fueron Francisco Escobar, que llegó a Perú en 1537 o Rodrigo que desembarcó en Chile en 1554.

En la colonización de Nueva España, actual Méjico y Guatemala, encontramos a muchos vecinos de la comarca como Antonio Villarroel, de Sahagún, quien llega a estas tierras en 1519, otros lo hacen después de su servicio militar, se establecen en las nuevas tierras y aspiran a cargos públicos como corregidores o encomenderos, es el caso de Francisco de Melgar, que llegó a Nueva España en 1530.

       

Para ser reconocidos debían probar su limpieza de sangre y contar con dos testigos, cristianos viejos, que avalasen su testimonio. Suponemos que los prohibidos eran judíos conversos, cristianos nuevos o marranos, que también se establecieron en aquellas tierras huyendo de un entorno en el que eran discriminados. El Corregidor era el representante del rey y tenía como principal función la de administrar justicia, mientras que el Encomendero era quien cobraba los tributos que los indios pagaban al rey. También se establecía la encomienda de servicios, por la que los indios realizaban trabajos forzados en minas y campos. Los nuevos pobladores de Nueva España que a continuación relacionamos eran originarios de la comarca de Sahagún, embarcados a las órdenes de D. Pedro de Alvarado en la conquista de Méjico y Guatemala. La gran mayoría se establecieron en las nuevas tierras como propietarios de tierras e indios y otros ostentaron cargos públicos como recompensa por sus servicios a la corona.

 

Alonso Torres había llegado a Nueva España en 1538.

 

Generalmente, quienes prestan juramento son paisanos que conocen a la persona desde hace tiempo y confirman lo declarado por él. Así, encontramos a vecinos de Sahagún, Arenillas de Valderaduey, Joarilla de las Matas y Moratinos, que se respaldan mutuamente. Otros vecinos de la comarca tuvieron participación destacada en la conquista de América, como Juan Martínez, de San Miguel de Montañán, quien se embarcó a Indias en 1513 o Alonso López de la Raigada, de Villaselán, que llegó a Chile y jugó un importante papel en las guerras contra los araucanos en 1554.

Posiblemente se trate de un pariente de Francisco de Collantes, también de Joarilla, embarcado en 1538.

Después de una superficial lectura de los documentos que ilustran este momento histórico (el siglo XVI), intuimos que fue una época de grandes desconfianzas y traiciones. No es casual que en las expediciones se buscasen alianzas con los paisanos, vecinos de la comarca con quienes en la lejanía se estrechan los vínculos, hasta el punto de que diferentes linajes de la comarca confluyen en América.

Es también el momento en que Fray Bernardino de Sahagún se convierte, sin pretenderlo, en el padre de la antropología moderna, con su obra “Historia de las cosas de la Nueva España”. Por respeto a su memoria y por la consideración que todavía hoy mantienen los pueblos originarios de América Latina hacia su figura, consideramos inadecuado incluirle en este capítulo dedicado a quienes provocaron los excesos que Fray Bernardino combatió.

(Fuente:Juan Giraldo González. 08.2015)

 
 

Fray Bernardino. La Conquista Amable

                        

 

Se embarcó hacia Nueva España junto a otros veinte frailes de la Orden de San Francisco. Dicen sus compañeros religiosos que desde el primer momento del embarque buscó la compañía de personas que conocieran la lengua y la cultura náhuatl, también llamada mexica, con el fin de aprender lo antes posible. Las travesías duraban dos meses y era frecuente que regresara algún indio que había sido llevado a la Corte, con lo que podemos suponer que Fray Bernardino, cuando desembarcó en 1529, ya tenía las nociones de náhuatl suficientes para comunicarse con los nativos.

 

No era el interés por el conocimiento científico ni era el afán por conocer la cultura náhuatl, Fray Bernardino y los misioneros que se embarcaron al Nuevo Mundo tenían como objetivo la evangelización, o lo que es lo mismo, imponer y extender el cristianismo entre la población originaria. La suya era una conquista espiritual, de la violencia de las armas se encargaba la soldadesca, aunque también hubo quien, desde el ámbito eclesiástico, impuso la fe a cristazo limpio. No fue el caso de nuestro paisano, quien con gran inteligencia y buen criterio prefirió la vía del estudio y el conocimiento de la población originaria, para sustituir la religiosidad pagana de los náhuatl por la fe cristiana.

 

Llegó con treinta años, en plena juventud, y según aseguran otros cronistas tenía buena planta, estaba sano, fuerte y de caràcter decidido, prueba de ello es que subió hasta el cráter de varios volcanes y en otra ocasión buceó hasta el fondo de un lago para sustituir un ídolo náhuatl por un crucifijo. Parece ser que su atractivo físico provocó que los frailes más ancianos le protegieran de las miradas femeninas. Los dos primeros años los pasó en Tlalmanalco, donde Fray Martín de Valencia (de Valencia de Don Juan) había iniciado la evangelización poco antes, con él se desplaza a Xochimilco donde funda un convento en 1534. En los años siguientes Fray Bernardino enseña latín en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, actividad que alterna con viajes por diferentes regiones. La formación de jóvenes náhuatl, que dominaban también el castellano y el latín, le permitió perfilar equipos de trabajo que aplicaban un método común.

 

La austera labor de los frailes franciscanos, sus ardorosas predicaciones en defensa de los indios, su dedicación y trato amable hacia ellos, resultaba molesto para muchos peninsulares, y si a esto le añadimos que desde los púlpitos también censuraban los abusos y desmanes de estos con la población indígena, entenderemos que nuestros frailes acabaran siendo perseguidos por sus propios paisanos.

 

Hacia 1547 inició su trabajo de investigación recogiendo información sobre historia, costumbres, creencias, arte y organización social del pueblo náhuatl, valiéndose de los estudiantes indígenas a los que había enseñado en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco. Su conocimiento de la lengua náhuatl le permitía elaborar cuestionarios que sus alumnos, completaban sobre el terreno. Contaba también con la colaboración de diez ancianos, los “informantes”, que narraban todo lo relacionado con su cultura, mientras fray Bernardino lo escribía en castellano y náhuatl. La copia en castellano la mandaba a sus superiores y en náhuatl para el conocimiento de los indios.

 

Este último detalle fue el verdadero motivo por el que la Inquisición intervino su obra, en la medida que recogía la cultura náhuatl en su propia lengua, lo que podia provocar la resistencia indígena a la invasión española. Felipe II quería aniquilar cualquier vestigio cultural anterior a la Conquista y retiró la obra de Fray Bernardino en 1577. Intrigas dentro de la propia Orden hicieron que los escritos que fray Bernardino enviaba periódicamente durante más de veinte años fueran secuestrados, con la peregrina excusa de que también estaban escritos en una lengua no cristiana.

 

Su obra no dejó de ampliarse con la participación de sus alumnos y copistas por lo menos desde 1565 hasta 1585, con lo que también se puede considerar un trabajo de equipo. Las descripciones que hace nuestro paisano tienen algunas particularidades no muy conocidas, una de ellas es que fue precisamente fray Bernardino el primero que describe el cacao, la planta, su crecimiento, sus cuidados y los usos culinarios. Podemos considerarle el introductor del chocolate en España, cuyo uso se extendió rápidamente. También describe por primera vez el peyote y otras plantas alucinógenas, relata las sensaciones que produce su uso, con lo que nos da pie a pensar que igual llegó a probarlo.

 

Su obra “Historia general de las cosas de la Nueva España” parte de la concepción de la enciclopedia medieval aprendida en Salamanca, incorporando los avances renacentistas y añadiendo la huella náhuatl, De su obra se desprenden reflejos de dos rasgos de su personalidad, la tenacidad, la voluntad irreductible de completar su obra pese a las múltiples adversidades y un amargo pesimismo respecto a la inexorable desaparición de la cultura náhuatl bajo el rodillo colonial.

 

La información recogida a lo largo de más de cuarenta años, constituye el más importante legado cultural de la América pre-colombina. La inteligencia, el rigor científico y la constancia para completar semejante obra, hacen a Fray Bernardino de Sahagún merecedor de la consideración de padre de la Antropología moderna.

Murió en la Ciudad de Méjico en 1590, a los 91 años.

(Fuente: Juan Giraldo González. 09.2015)

Carta Peregrina

 

Cartel

 

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