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La Huella Masónica en Sahagún I

El movimiento masónico surge entre los constructores de templos de la Edad Media. Este gremio de obreros francmasones tuvo gran reconocimiento al organizar un particular sistema de convivencia entre ellos, tanto en el trabajo como en la vida cotidiana, solidaria y fraternal. No hacen distinción de credos religiosos, siempre y cuando se acepte la existencia de un Ser Superior, un Dios, considerado como el Gran Arquitecto Universal, por lo que la iniciación masónica está abierta a cristianos y otras religiones monoteístas. En el seno de las logias surgen las primeras escuelas para obreros, el primer sistema regulado de seguridad social y un procedimiento por el que se aseguraba el progreso y promoción de los mejores.

La masonería era una asociación progresista, de corte tolerante, que mantenía unos objetivos filantrópicos y sostenía una concepción laica de la vida. Heredera de los postulados de la Revolución Francesa (libertad, igualdad, fraternidad) recibió aportaciones de la filosofía positivista, el librepensamiento, el krausismo y los ideales republicanos. Esta visión avanzada para su época generó una cultura que apuntaba aspectos de un modelo social más humanista y democrático, preconizaba la cultura general para todos, las relaciones interpersonales paritarias de respeto al margen del nivel económico y la creación de fondos de seguridad social para familias de obreros enfermos o fallecidos. 

Gran parte de la simbología masónica tiene su origen en el antiguo Egipto y la Grecia clásica, culturas de constructores por las que estaban fascinados. La escultura funeraria es uno de los pocos vestigios de la presencia masónica, por tratarse de una sociedad secreta y por haber sufrido una feroz persecución durante largos periodos de su historia. Algunas personas pertenecientes a la masonería estampan en su firma los tres puntos masónicos, dispuestos en forma de triángulo equilátero,  como emblema de la discreción. Un significado de esta trinidad puede ser "libertad, igualdad y fraternidad", o “lo justo, lo bello y lo verdadero” o ....

Habría que remontarse a finales del siglo XVIII para encontrar el primer masón residente en Sahagún, fue el escritor, jurista y político Pablo de Olávide, quien se había iniciado en la masonería inglesa (rito de York) en Lima, su ciudad natal. Fue condenado por la Inquisición a ocho años de reclusión en el Monasterio de San Benito de Sahagún en 1778. Aquí inició algunas obras como ‘El Evangelio en triunfo o historia de un filósofo desengañado’, pero a finales de 1780, obtuvo un permiso para trasladarse a tomar unos baños en Caldas de Malavella (Gerona). La proximidad con la frontera francesa y la colaboración de sus amigos Voltaire y Diderot propiciaron la huida a Francia de Olávide ‘el Americano’, que participó poco después en la creación de la logia ‘Gran Reunión Americana’, que planteaba la necesidad de liberar a las colonias españolas en América.

En 1794 se constituyó la Real Sociedad Económica de Amigos del País de León, promovida por Manuel Villapadierna, que fue Alcalde Mayor y Juez de la Villa de Cea entre 1784 y 1786. Esta entidad estaba estrechamente ligada a la masonería, y podemos suponer que entre sus miembros abundaba la filiación masónica. Los socios de Sahagún eran pocos, pero relevantes. El primer socio inscrito fue Andrés Arias, vecino de Sahagún, que ingresó en 1813, tres años después lo hizo Francisco de Paula Collantes, administrador de rentas de Sahagún. También figura inscrito en 1834 el juez de primera instancia de Sahagún Miguel Antonio Camacho, amigo del general Espartero, destacado masón. Del mismo año es la inscripción de Francisco Antonio Mantilla, de Almanza, que por entonces era procurador en cortes. En 1835 fueron inscritos Aniceto Núñez, comisionado de amortización, Juan Corral, hacendado, León Herques y Domingo Franco, abogados, todos ellos de Sahagún, también se inscribió Gerónimo Fernández, comandante de la Guardia Nacional en Cea. En 1839 la Secretaría de la institución estaba ocupada por otro ilustre sahagunés, Fernando de Castro y Pajares, al que también se consideró masón.

Los masones leoneses habían entrado de lleno en la política y estaban situados a ambos lados del espectro político, los conservadores liderados por el Marqués de Montevirgen, y los progresistas entre los que encontramos a Sierra Pambley (Nékar de nombre masónico) o Gumersindo Azcárate.

(Fuente:Juan Giraldo González. 09.10.2017)

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