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Historia de la Iglesia de San Juan

 

En 1602 germinó el primer intento de construcción, precisamente en la casa donde había nacido San Juan. Aquella intención florecida apenas duró unos días. Volvió a resurgir en 1609, 1615, 1620, pero moría sin pena, ni gloria. Únicamente le acompañaba la idea de que un día, como ave fénix, renacería de entre tanto olvido y buenas intenciones y aquella vieja vivienda de Juan González del Castillo, el padre batallador de un hijo santo, se convirtiera en templo y foco fecundo de religiosidad y devoción. Y así fue. En septiembre de 1627, sobre la casa en la que nació el Santo, intentaron levantar los muros que guardaban el grito del recién nacido y los restos sagrados de su caminar milagroso por la vida.

La construcción de la ermita resultó un largo e interminable proceso, una penosa y tacaña dilación en el tiempo y en el espacio por parte de las gentes de Sahagún. En 1633, aún no estaba terminada, mejor dicho, apenas cimentada y los aledaños del alfoz de la Villa facundina aportaron sus bienes y limosnas para erigir y alzar el edificio. Sirva de ejemplo la donación del graliarense Gregorio Lorenzo Tejero, de 6000 ladrillos "buenos y cocidos" para enfilarlos, cuando brotaran los cimientos. Por fin, tras bulas, limosnas y ayudas de España y América, la ermita se remató en 1652.

EL ATRIO

La romería del Santo estallaba a principios de junio y alcanzaba su máximo esplendor el día 12. Plegarias y novenas impregnaban a las multitudes, que acudían iluminadas de un ardor y fervor religioso insólito. Las gentes se agolpaban en el reducido y minúsculo espacio situado junto a la puerta principal. Cuando terminaron de construir la ermita en 1652, el entorno del templo estaba confinado por una laguna, en la que se estancaban las aguas que procedían de los cauces de la Iglesia de la Trinidad y de los altozanos, llamados Las Cárcavas, que luego RENFE desmontaría en el siglo XIX. Las aguas de la laguna lodazaban e impedían acomodarse a los romeros y devotos ante el templo. Por otra parte, dos casas, una de Juan de Luna y otra de Tirso Santos, cercaban junto con la laguna, la explanada deseable de un atrio espacioso para acceder a la ermita.

Ante esta situación, la Cofradía de San Juan decidió ampliar el espacio y dotar a la iglesia de un atrio, que es el que actualmente existe y en este artículo se documenta por primera vez.

La Cofradía estableció trece condiciones a las que había de someterse la construcción del atrio, el día 25 de julio de 1687, tres años antes de la canonización papal de San Juan, que ya se columbraba en el sentir de los devotos y en los milagros que el Santo operaba por doquier.

Resumo las condiciones que aparecen en el documento inédito:

La Cofradía de San Juan cargará con la responsabilidad de la dirección de la obra, señalará los planos y correrá con los gastos del material y de la ejecución.

La "postura" de la obra será adjudicada a los maestros canteros Juan del Campo y Antonio del Solar por un valor de 600 ducados ó 6400 reales de vellón, cantidad que se remató la construcción. La subasta se realizó el día 27 de Julio de 1687. Juan del Campo era vecino del Valle de la Hoz y Antonio del Solar residía en la Villa de Argoños, ambos de la Merindad de Frassonesa (sic).

Los pagos a los canteros se realizaría en tres tercios: el primero para "ir a la cantera, sacar piedra y conducirla a la ermita"; el segundo, al término de colocar los cimientos y comenzar "a sentar" la piedra y el tercero, a la conclusión de la obra.

El atrio habría de tener 60 pies de largo por la parte principal de la fachada, "hasta cerrar el hueco del arco que se halla junto a la laguna".

La sillería había de tener una altura de dos pies y "sobre ella se asentarán losas de piedra de Boñar con su papo de paloma, que vuele tres cuartos de pie en cada parte dentro y fuera". La parte del atrio que limite con la casa de Juan de Luna "llevará un asiento de parte a parte, media bola embutida con sus pedestales cuadrados y moldados con un talón".

Para acceder al atrio, se construirán dos gradas o peldaños frente a la puerta de la fechada y pedestales de dos pies "por las otras caras", con sus respectivas bolas. El documento añade otros muchos detalles decorativos y técnicos, minuciosamente especificados.

La superficie del atrio ha de ser plana, formada con adoquines de piedra de Boñar y cal, de un pie de ancho y otro de largo, desde los peldaños hasta la fechada, en una extensión de nueve pies y el resto ha de estar "empedrado de piedras de guijarros". Hacia la casa de Juan de Luna se ha de sacar un canalón de piedra para que las aguas salgan a la Calle del Arco.

Cuando la Cofradía disponga de fondos se colocará una balaustrada de hierro. Para poder aceptar la obra, ésta ha de realizarse "a satisfacción de la Cofradía".

ESCRITURAS, DECLARACIONES Y EVALUACIÓN DE LA OBRA DEL ATRIO

El día primero de agosto de 1687 se firmó, ante el escribano de Sahagún, la escritura formal de la construcción del atrio. Por una parte actuaron los maestros canteros ya nombrados, que presentaron como fiadores al Lic. Santos Rodríguez, cura de Escobar, a Antonio Serrano de la Villa de Almanza y a Nicolás de la Calva. Por la otra parte, representaron a la Cofradía de San Juan de Sahagún, el Lic. D. Juan de Quintanilla Lezcano, cura de la Parroquia de San Lorenzo y Alcalde de la Cofradía, el Lic. D. Diego Jirón Castellanos, Mayordomo y D. Andrés de Torres, Abad.

Los maestros canteros y sus fiadores aceptaron las condiciones establecidas por la Cofradía y ésta exigió y comprometió a los canteros a la terminación de la obra, "ha de estar fenecida", para finales de mayo de 1688, es decir, en el término de trece meses. Firmaron como testigos Diego de Abendaño, Juan Jirón e Isidoro Fernández, vecinos de Sahagún.

El día 9 de septiembre de 1688, ya terminado el atrio en su totalidad, se presentaron en Sahagún, para emitir declaración de obra nueva y evaluarla, Felipe Berrojo de la Isla, vecino de Medina de Rioseco, maestro arquitecto; Andrés García de la Sierra, maestro de cantería, vecino del lugar de Lloreda, Valle de Cayón. Berrojo fue nombrado para tal función, de forma expresa, por la Cofradía de San Juan. Andrés García representó y defendió a los maestros canteros Juan del Campo y Antonio del Solar.

Acompañados de los maestros canteros y de los cargos de la Cofradía, que en esa fecha eran el Lic. Mateo Ramírez de Comillas, Abad; Juan de Villafañe, Juan de Villapadierna, Alcaldes de la Cofradía; el Lic. Gregorio de Comillas, Mayordomo y otros oficiales hermanos, "recorrieron" la obra terminada del atrio, "la cotejaron con las condiciones establecidas", la midieron, tasaron y evaluaron todos los materiales, "la dieron por buena" y la "hallaron según buena geometría, y conforme a su arte". Determinaron que al maestro cantero se le terminara de abonar los 4124 reales de vellón, que se le adeudaba.

El escribano de Sahagún levantó escritura del acto de avaluación, en la que se recogen los momentos de aceptación y revisión. ..."

Autora: Teresa Baillo Escudero Junio 2008

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