1. Skip to Menu
  2. Skip to Content
  3. Skip to Footer

AL RÍO CEA

Adormida mi alma dulcemente
Y gozoso mi espiritu afligido
Al blando murmurar de tu corriente,
Envidio tu cristal, Cea querido,
Que mañana verás resplandeciente
Columpiarse en tu seno esclarecido
De mi amada la faz encantadora
Al compás de tu música sonora.

¿Por qué si no de esta feraz ribera
Que por lecho te ofrece blandas flores
Huyes veloz en tu eternal carrera
Dejando solo lánguidos rumores?
¿Por qué si no en Sahagun donde te espera
Mi voz para cantarte mis amores,
Marchas veloz en ondas revoltosas 
Hollando audaz los tallos de sus rosas?

Pero á ti, ¿qué te importan los capullos
Que arrastras en tu rápida corriente?
¿Qué te importa del aura los arrullos
Que borda en ondas tu cristal luciente,
Si marchas con tus plácidos murmullos
A hacer que tu belleza se acreciente
Con dos cielos, dos lunas y dos soles
Que en tu plata reflejen arreboles?

Que mi amada en sus ojos tiene un cielo
Por lo azul, por lo puro, por lo hermoso;
Un sol, en su mirada de consuelo,
Y es su frente la luna do amoroso
Luce el candor tras invisible velo.
Por eso ¡Oh Cea! Corres orgulloso
Despues hasta otro rio que te lleve
Al mar do seas espumosa nieve.

Mas ¿quién no juzga al ver de mi adorada
El lánguido mirar, la faz risueña,
La frente pura de oro coronada,
Toda agena belleza ser pequeña?
Por eso, tu ambicion acrecentada
Del mar la bella inmensidad desdeña,
Y queriendo habitar el cielo subes
Hasta él, en alas de ligeras nubes.

Mas tampoco del cielo la belleza
Colmó tu afan, inextinguible y vivo,
Y de un dia que ornabas la cabeza
Calmastes el ardor crudo y estivo,
Descendiendo á las rocas donde empieza
Tu abandonado cáuce primitivo,
Y ora de nuevo corres presuroso
Por ver de mi adorada el rostro hermoso.

¡Corre feliz! Mas oye: cuando ufana
Acaricie tu linfa cristalina
El césped que está al pié de su ventana,
Alza un murmullo, y si su faz divina
Tus orillas entonces engalana,
Por un momento tu correr termina
Para darla el suspiro que te envío
Y el llanto con que lloro su desvío.

¡Corre feliz! Y en tus alegres olas
Hasta su oido lleva mis cantares,
Lágrimas lleva, que brotaron solas
De mi pecho do moran los pesares;
Y si baja su mano á las corolas
Que en tu orilla crecieron á millares,
Besa su mano, como yo en un dia,
Yo la besé con tímida osadía…

V. Nuñez de Velasco”.

 

Share

Conoce mejor Sahagún