AL RÍO CEA Adormida mi alma dulcemente Y gozoso mi espiritu afligido Al blando murmurar de tu corriente, Envidio tu cristal, Cea querido, Que mañana verás resplandeciente Columpiarse en tu seno esclarecido De mi amada la faz encantadora Al compás de tu música sonora. ¿Por qué si no de esta feraz ribera Que por lecho te ofrece blandas flores Huyes veloz en tu eternal carrera Dejando solo lánguidos rumores? ¿Por qué si no en Sahagun donde te espera Mi voz para cantarte mis amores, Marchas veloz en ondas revoltosas Hollando audaz los tallos de sus rosas? Pero á ti, ¿qué te importan los capullos Que arrastras en tu rápida corriente? ¿Qué te importa del aura los arrullos Que borda en ondas tu cristal luciente, Si marchas con tus plácidos murmullos A hacer que tu belleza se acreciente Con dos cielos, dos lunas y dos soles Que en tu plata reflejen arreboles? Que mi amada en sus ojos tiene un cielo Por lo azul, por lo puro, por lo hermoso; Un sol, en su mirada de consuelo, Y es su frente la luna do amoroso Luce el candor tras invisible velo. Por eso ¡Oh Cea! Corres orgulloso Despues hasta otro rio que te lleve Al mar do seas espumosa nieve. Mas ¿quién no juzga al ver de mi adorada El lánguido mirar, la faz risueña, La frente pura de oro coronada, Toda agena belleza ser pequeña? Por eso, tu ambicion acrecentada Del mar la bella inmensidad desdeña, Y queriendo habitar el cielo subes Hasta él, en alas de ligeras nubes. Mas tampoco del cielo la belleza Colmó tu afan, inextinguible y vivo, Y de un dia que ornabas la cabeza Calmastes el ardor crudo y estivo, Descendiendo á las rocas donde empieza Tu abandonado cáuce primitivo, Y ora de nuevo corres presuroso Por ver de mi adorada el rostro hermoso. ¡Corre feliz! Mas oye: cuando ufana Acaricie tu linfa cristalina El césped que está al pié de su ventana, Alza un murmullo, y si su faz divina Tus orillas entonces engalana, Por un momento tu correr termina Para darla el suspiro que te envío Y el llanto con que lloro su desvío. ¡Corre feliz! Y en tus alegres olas Hasta su oido lleva mis cantares, Lágrimas lleva, que brotaron solas De mi pecho do moran los pesares; Y si baja su mano á las corolas Que en tu orilla crecieron á millares, Besa su mano, como yo en un dia, Yo la besé con tímida osadía… V. Nuñez de Velasco”. |