 En un lugar de Castilla está mi eterno Sahagún, donde todo es maravilla, aire puro y juventud. Donde el sol dora los campos con su inmenso resplandor para granar las espigas de este pueblo de León. Es el lugar de mi vida donde viví una ilusión, donde feliz fue mi infancia que recuerdo con amor. ¡Cuántas veces he pasado por ese puente de piedra! ¡Cuántas veces he mirado esas aguas turbulentas! Con el verdor del plantío mi alma se expansionaba y cobijada en un banco las horas yo me pasaba. Acordándome del Arco siempre allí me dirigía y contemplaba sus piedras que mucho tiempo tenían. Aquí vio la luz un Santo, que en esta villa se venera, y en memoria de Él se repiten cada año sus novenas. | Llegando el mes de julio a una Virgen se rezaba, Ésa que está en una ermita y Peregrina llamaban. En este día yo nací y en otro te abandoné, pero en mi corazón sigues, Peregrina, Tú también. Vendimiábanse las uvas que en octubre maduraban para dar fruto a un vinillo que en cantinas se tomaba. El invierno era muy duro, los vientos del norte soplaban con sus nieves, sus heladas al pobre campo arrasaban. Llegaba pues la primavera, con sus flores perfumadas, que en el mes de mayo a María sus hijas le regalaban. En los muros de un convento Benedictinas se hallaban, sus canciones y plegarias entre rejas entonaban. Así fue Sahagún querido, y es un gran corazón que acoge siempre al que llega y recibe con amor. El día que yo me muera mi cuerpo contigo quisiera quedar, que aquí yacen mis antepasados y hoy descansan en paz. Sagrario Gutiérrez González, 1974 |