Camino. Camino del mar, el cielo mismo hecho sendero. Paseo de la luz vuelta aurora, despertando pechos, desgranando cada paso, cada hora, palabras en la boca sentidas, sentimiento que son verso. Una mañana en que juego el sol a que ilumina. Luz, luz que envuelta en grito llega. Y se descubre el alma encorsetada, por todo; por nada. Por frases harto repetidas, por sensaciones enseñadas, aprehendidas. Barrotes con que uno hace la propia jaula día a día. Un pájaro canta claridad de amanecida. Despierto de la muerte, camino voy de la vida II Alhóndiga, calle, tránsito, rúa. Plazuela y escalinata de San Juan. Por todos los rincones, en cada revuelta de la villa, historia de huellas que han besado peldaños del tiempo en piedra labrados. Imagen mil veces reflejada en ojos que son espejos, cristales a la mirada. | Travesía del Arco, puerta, o, acaso, muralla que se abre al horizonte, visión del alba. Ronda de la estación. Pasaje, pasajero, promesa de paisajes, paisanaje viejo y siempre nuevo. Sol en el camino, una canción para la marcha. Voz de la tierra, como trino, al romper el paso, la escarcha. III Canto. Agua. Rumor de agua en el lecho de cantos rompiente. Paso, salto, vuelo, viejo puente, Puente de Canto. Sillería de piedra, escorzo en el tiempo detenido, revestido en hiedra. Ojos de agua, ojos al agua que ven pasar el río. Y el trazo, en el suelo dibujado, de pies andariegos que el Camino recorrieron. Permite en la noche el puente, ver las estrellas, acicalándose en el pasar de la corriente. IV Nombre, voz, palabra, son. Nombre al viento que se enreda, reflejos de oro, en bucles de tu cabello | Parada, solaz, solar hermoso. Brisa fresca de la mañana. Perfume de jazmín y jacintos. Narcisos que se abren orilla del riachuelo. Resonancias que van naciendo al aire de mi paso. Siembra de aldeas, amor de hombre, temor de ocaso. Nombre. Tu nombre en el bordón, en la venera. Nombre que es camino y es reposo: ruta de estrellas, almohada, regazo en que mi corazón poso. V Ave. Alma. Ave alma que surca Espacios de sentimiento, abocada al éter en que se sumen sueños Ciudad del alma, mundo, universo de gravedad libre, sin sujeción al suelo Campana que rompe con tu nombre el silencio. Tu nombre… Tu nombre repetido en ecos. No basta a contenerlo la inmensidad del cielo. Luis Ángel Ruiz Peradejordi.  |