Feria de San Simón
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Por un diploma, fechado a 25 de octubre de 1093, sabemos cómo Alfonso VI constituyó en San Facundo el lunes de cada semana como día de mercado -según el modo de León -, ordenando que todos los derechos de portazgo revirtiesen en favor de la abadía y en sufragio por el alma de la reina doña Constanza, con lo cual hizo a San Facundo centro de intercambio comercial en los caminos de León y de Castilla (10). Lo que adquirió caracteres de internacionalidad cuando, en 1155, el emperador Alfonso VII adjudicaba a Sahagún una feria franca durante tres semanas, y, en 1195, el emperador Alfonso VIII confirmaba el decreto de su abuelo, abriendo a San Facundo las franquicias de una feria general, que habría de prolongar sus ganancias y ajetreos comerciales a otros 15 días (11).
En este contexto, no cabe la menor duda de que -al igual que en León- los días de mercado y feria hacían de Sahagún emporio del comercio en productos artesanales, industriales y agrícolas. Emporio, que -poco a poco- abrió horizontes de grandeza a brisas financieras y de banca, sobre todo a partir del siglo XIII, cuando Castilla entró en un auge franco de economía dineraria y mercantil paneuropea. Tal es el sentir de todos los historiadores, de entre los que espigamos conceptos en el maestro Sánchez Albornoz. al decir nosotros ahora de cómo transcurrían en San Facundo aquellos días de feria y mercado.
En un día ferial y de mercado público. El campo ferial, situado fuera de las murallas y en la llanada que atravesaba el camino de Villapeceñil, después de haberse separado de aquel otro que dividía sendas hacia Codornillos, está repleto de hombres y mujeres, mercaderes y cambistas (12). Entre la abigarrada multitud de gentes extrañas, también se han volcado los habitantes de Sahagún, para hacer el acopio de todo lo preciso para la semana, y aún de lo superfluo -pero indispensable- para el regalo y adorno, tanto de su persona cuanto del hogar. Que, si bien es verdad, que -dentro de la Villa- hay tiendas abiertas de continuo para quienes no pueden realizar compras de subsistencia semanal, han surgido ya en San Facundo quienes, con el nombre de burgueses, se han conquistado un hábitat social, bastante diferenciado del que rodea a los rústicos o labriegos. Y son, precisamente, los burgueses quienes, a los aires de su posición y al calor del lujo, van buscando ahora en el mercado de Sahagún bocados exquisitos, carne fresca, sedas, tapices o brocados del oriente islamita o de la España musulmana, así como otros productos manufacturados, como pieles, vestidos o piezas de mantelería, de origen griego o morisco (13). San Simón 1915
Hay mercaderes con vino de Toro y aceite de Zamora; los hay con sal de las salinas de Barnelio; los hay que venden gallinas, palomas ánades y patos; los hay que venden truchas y pescados; y los hay que venden queso curado o fresco, pan candeal o rosquillas, junto a los fruteros, con sus cuévanos repletos de las más variadas especies de frutas y hortalizas. Hacia poniente, están las tiendas de los industriales, con sus cántaros, ollas, barreños y cazuelas, sobresaliendo las mujerucas de Tornarios con sus zapicos o jarros, fuentes, dornas y herradas de madera; mas allá, unos mozos ofrecen instrumentos caseros de hierro, latón, acero y cobre, mientas - sobre mantas raídas- esperan compradores hoces y hachas, azadas y candados, azuelas, tenazas y cuchillos, siguiéndoles los tenderetes en que se venden toda clase de aperos de labranza. En otra parte, esperan oferta y compra largas hileras de abarcas, y zapatones, pieles de conejo, cordero, ardillas y comadrejas, multicolores sayas, plumacios y colchones, galnapes, mantas y cobertores, así como los más variados mantos, paños, camisones y tapetes de cama. Y todavía más allá, está la parada, en que se contrata la compraventa de novillos y bueyes, asnos y mulos, yeguas y caballos (14).
En un principio, los precios de estas mercancías estuvieron tasados por el abad y su consejo; pero, después de la rebelión de los burgueses y cuando el municipio conquistó independencias y prerrogativas, esos precios han sido tasados, de mutuo acuerdo, entre el abad y el CONCILIUM o asamblea general de los vecinos de San Facundo, representada en el mercado por sus munícipes. Por ello, vigilando precios, tasas y medidas de pesos, líquidos y áridos, están los jueces de mercado o zabazoques, con sus pequeñas balanzas, sopesando toda clase de piezas de plaza, sueldos, dineros y óbolos, mientras que el sayón recauda las alcabalas y derechos reales, todos -en un principio- para la abadía, y en los que, más tarde, tuvo también parte el ayuntamiento de Sahagún. Y así transcurría aquellos días de mercado o feria en San Facundo, que a la Villa hacían rebrincar de emociones, ajetreos y valores, teniendo su final en distintos juegos populares, como la cucaña, que guardaban para el ganador sorpresas y acicates.
Fuente: Sahagún Monasterio y Villa 1085-1985 (Juan Manuel Cuenca Coloma)
10. Escritura 125 de Escalona.
11. Escritura 170 y 207 respectivamente de Escalona.
12. J. Rodríguez Fernández. Judería de Sahagún, pp.
12 y 21. 13. L.G. de Valdeavellano. Orígenes de la Burguesía... p. 180
14. C. Sánchez Albornoz. Estampas de la vida en León, 5ª edición "Rialp", Madrid 1966. Justamente en la segunda Estampa acopla el autor 36 citas del cartulario de Sahagún para tejer sus remembranzas sobre el mercado.
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