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Luna


 

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LUNA

   
       

" En campo de plata, un creciente ranversado, jaquelado de oro y sable, campaña jaquelada de lo mismo."

   

"Ha sido preciso decir lo que fuimos para disculpar lo que somos y encaminar lo que pretendemos ser" Francisco de Quevedo

"¿ Qué encierra cada nombre ? Lo que llamamos rosa, con cualquier otro nombre tendría el mismo perfume." William Shakespeare

Históricamente, los nombres han servido como una huella dactilar de la vida, tal vez una especie de clave secreta de la propia personalidad. La historia de los apellidos tiene una antigüedad de milenios. Cómo y dónde se iniciaron, que significaban en un principio y cuales eran sus diversas ortografías, es lo que se conoce con el nombre de onomástica.

El primer pueblo que se sabe que utilizó apellidos fue el pueblo chino. Generalmente, los chinos llevan tres nombres. El apellido es el que se coloca en primer lugar y procede de las 438 palabras que componen el poema sagrado Po-Chia-Hsing. Al apellido le siguen el nombre de la generación, tomado de un poema de 30 caracteres adoptado por cada familia. El último que se coloca es el nombre dado a la persona.

En tiempos antiguos, los romanos tenían un solo nombre, pero posteriormente se pasaron a la costumbre de tener tres nombres. El nombre dado personalmente se colocaba primero y se llamaba “ praenomen “. A éste le seguía el “ nomen “, que designaba la genes o el clan. El último designaba a la familia y se conocía como “ cognomen “. Algunos romanos añadían el “ agnomen “ para conmemorar alguna hazaña o acontecimiento particular. Cuando el Imperio Romano empezó a declinar, los nombres familiares se hicieron confusos y se volvió a la práctica de los nombres únicos para cada individuo.

A principios de la Edad Media, a la gente se la conocía por ese único nombre individual, pero poco a poco fue adquiriendo popularidad la costumbre de añadirle otro nombre con objeto de distinguir mejor a las personas.

Hacia el siglo XII, el uso de un segundo nombre ya se había extendido tanto que en algunos lugares se consideraba una vulgaridad no tenerlo.

El moderno uso hereditario de los apellidos es una práctica que comenzó en Italia entre la aristocracia veneciana, hacia el siglo X o el XI 

El apellido Luna parece ser de origen toponímico y característico y puede estar asociado con la expresión italiana que significa “habitante del signo de la luna; . Linaje de origen navarro que arraigó en Aragón desde fines del s. XI, donde se convirtió en uno de los más poderosos e influyentes del reino, y que a fines del s. XIV pasó a Castilla.

El origen de la familia hay que buscarlo en el caballero pamplonés MARTIN GOMES que combatió contra el Cid por la posesión de Calahorra. De éste descendía Bacalla (fallecido en Huesca en 1094), que mandó las tropas que, al servicio de Sancho Ramírez de Aragón, conquistaron la villa de Luna, señorio que recibió del monarca, por lo que pasó a tomar su nombre. De sus tres hijos arrancan las tres ramas de la familia: los FERRENCH, los MARTINEZ, y los LOPEZ DE LUNA.

En la primera rama, los Ferrench de Luna destacan: LOPE FERRENCH de Luna, que vivia a fines del s. XII y que fue padre de PEDRO, arzobispo de Zaragoza, y de ARTAL, muerto en Cerdeña en 1259. Nieto de Artal fue LOPE (fallecido en 1360), primer conde de Luna, quien mandó las tropas reales que derrotaron a la Unión aragonesa de Epila (1348), y recibió de Pedro el Ceremonioso el titulo condal. Posteriormente dirigió la expedición real a Cerdeña (1354) y murió en la guerra contra Pedro el Cruel. Lope casó primero con Violante, hija de Jaime II de Aragón, y luego con Brianda de Agout. De éste segundo enlace nació MARIA de Luna, que casó con Martín el Humano. Esta rama se extinguió con FADRIQUE de Luna, hijo de Martín el Joven. Otros miembros importantes de la rama fueron LOPE FERNANDEZ de Luna, muerto en la campaña de Cerdeña (1323) y padre de LOPE, arzobispo de Zaragoza, y de MARIA, que emparentó con los Urrea, tradicionales enemigos de los Luna.

En la segunda rama, los Martínez de Luna, destacan PEDRO, caballero de Jaime I, y su hijo LOPE, que murió en las Navas de Tolosa (1212). Hijos de éste fueron JIMENO, arzobispo de Zaragoza, y PEDRO y JUAN que encabezan sendas ramas de la familia. PEDRO MARTINEZ de Luna casó con Violante de Aragón. Su hijo PEDRO (fallecido en 1343) casó con Elfa de Jérica, de quien tuvo a ELFA, que casó con Ot III de Moncada, a BEATRIZ, mujer de Hug Folch III de Cardona, y a ANTON, uno de los más importantes miembros del linaje. ANTON DE LUNA Y JERICA (fallecido en Mequinenza en 1419), señor de Loarre, era propietario de extensos dominios – podía ir del Alto Aragón a Castilla por tierras suyas -. Figuró en la embajada que, en 1396 fue a Sicilia a comunicar a Martín el Humano su elevación al trono. Participó en las luchas contra los Urrea dirigiendo el bando de los Luna y, al morir Martín I, se convirtió en el principal partidario de Jaime de Urgel. En junio de 1411 asesinó al arzobispo de Zaragoza, García Fernández de Heredia, que se negaba a sumarse a la causa urgelista. Esta muerte fue explotada por sus enemigos que lograron su excomunión; tropas castellanas invadieron las tierras de los Luna, al tiempo que Antón era excluido del parlamento de Aragón. Tras el compromiso de Caspe encabezó el alzamiento urgelista en el Alto Aragón y reclutó tropas mercenarias inglesas y gasconas con las que conquistó Trasmoz y Montearagón. Ante la gran ofensiva de Fernando de Antequera, no acudió en socorro de Jaime de Urgel, sitiado en Balaguer, y permaneció en su feudo de Loarre (julio-set. 1413). Tras la derrota urgelista, huyó a Navarra y le fueron confiscadas todas sus posesiones. Regresó a Aragón y fue confinado a Mequinenza. Su hija ELFA, pleiteó contra Fernando de Antequera y consiguió la restitución de una pequeña parte de las tierras de su padre.

En cuanto a la rama fundada por JUAN MARTINEZ de Luna, destacan los dos nietos de éste, PEDRO de Luna, más conocido como pontífice de la Iglesia con el nombre de Benedicto XIII, y JUAN, que casó primero con Teresa Urrea y luego con Teresa Albornoz. De éste segundo matrimonio procede la rama castellana de los Luna. PEDRO de Luna (fallecido en Toledo en 1414), hijo del segundo enlace, gracias a la protección de su tío Benedicto XIII, fue arzobispo de Sevilla (1403), aunque Enrique III de Castilla no le dejó tomar posesión. Por amistad con Gómez Carrillo de Cuenca, ayo de Juan II de Castilla, introdujo en la corte del soberano a su sobrino ALVARO de Luna. Nombrado arzobispo de Toledo, Martin el Humano le designó embajador ante Fernando de Antequera con la misión de concertar una entrevista entre ambos. Su hermano ALVARO de Luna, fue señor de Cornago, Jubera y Alfaro y copero mayor de Enrique III de Castilla. Su hijo natural fue ALVARO de Luna, condestable de Castilla y valido de Juan II. Su hijo PEDRO, recibió de su padre el mayorazgo de Fuentidueña de Tajo.

Los Luna castellanos descendientes del condestable intervinieron en las guerras de Granada Navarra e Italia. En 1520 Francisco Fernández de Quiñones, conde de Luna, fue expulsado de León por los comuneros al mando de Ramiro Núñez de Guzmán, y en tiempos de Felipe II le fue concedido el titulo de conde de Fuentidueña de Tajo a SANCHO DE LUNA. La familia, sin descendencia masculina, fue incorporada a los Portocarrero y luego a los Alba. Algún miembro de ésta rama debió pasar a América, ya que en 1777 le fue concedido el condado de Ciria al vecino de México ANTONIO DE LUNA GORRAEZ. En cuanto a los Luna de Aragón continuaron desempeñando un importante papel político. Así, JUAN MARTINEZ de Luna fue alférez mayor de Aragón y virrey de Cataluña. Su nieto JAIME, comendador de Montalban, fue también virrey de Cataluña y camarlengo de Fernando el Católico. Su hijo PEDRO fue virrey de Aragón y recibió, en 1538, de Carlos V el titulo de conde Morata de Jalón. De éste desciende JOSE DE LUNA Y MANRIQUE, al que Felipe IV concedió el marquesado de Vilueña. Muerto éste sin sucesión, sus títulos y posesiones pasaron a otros linajes emparentados con los Luna.

 

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